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EDICIÓN
Todos los aficionados han escuchado el refrán “en el fútbol nada está escrito”, y esa es, en gran parte, la razón por la cual es un deporte que despierta tanta pasión. En un principio, son 11 contra 11 en un campo de juego donde cualquier cosa puede pasar. Aunque generalmente gana el más grande, hay un terreno fértil para que se generen historias épicas, de esas que le gustan a todos: cuando el pequeño vence al grande, el clásico David derribando a Goliat.
Lo anterior es posible por un término tan subjetivo como real, que es el sentido de pertenencia. Cuando no hay directivos persiguiendo el mismo sueño de los hinchas, que sin importar la grandeza del club, se puede resumir en el anhelo de algún día ser campeón, las competencias pierden el espíritu que les rige.
¿Qué pasa cuando el fin último de una institución no es aspirar a la grandeza, y defender su esencia y su filosofía histórica, sino alimentar las aspiraciones del equipo más grande en una estructura jerárquica internacional? Lo anterior corresponde a un fenómeno creciente en el fútbol, conocido como la multipropiedad, del cual se pueden vislumbrar consecuencias a futuro.
¿Qué es y por qué es mala?
Se considera que un club está inmerso en un modelo de multipropiedad cuando su propietario, ya sea una persona natural o un grupo económico, tiene un porcentaje en las acciones de otro equipo alrededor del mundo.
Actualmente, los ejemplos mas populares son el City Football Group, que cuenta con 11 equipos además del Manchester City, cabeza del proyecto, y la asociación de clubes bajo el mandato de la compañía Red Bull, con 4 equipos, donde el mayor exponente es el RB Leipzig. Ambos, adoptan un color y una estética para cada equipo de su grupo que lo distingue claramente como parte del otro.
Hay que entender las motivaciones de los dueños millonarios, y estas no se enfocan en hacer grande a cada club de su grupo, sino en aprovechar los vacíos jurídicos y las ventajas económicas que significa tener uno o varios clubes “satélite”.
City Group y Red Bull
Como son los clubes con el modelo más antiguo y funcional, es la muestra ideal de lo que se piensa en el modelo de multipropiedad: cumplen una estética y una jerarquía clara, en las que se ve la posición de cada equipo en la pirámide.
Curiosamente, las instituciones que aceptan hacer parte de este modelo, tienen un crecimiento en sus resultados deportivos, pues, poseen a la mano herramientas que antes no, como un fondo económico fuerte de respaldo o una estructura de scouting de jugadores internacionales.
Siguiendo el ejemplo de Red Bull, el Leipzig, equipo más fuerte actualmente de la estructura, fue fundado en 2009 comprando la plaza de SSV Markranstädt, partiendo de la quinta división alemana. Para el 2017 ya estaba obteniendo su primera clasificación a Champions, apoyándose en el que ese momento era el club grande de la franquicia Red Bull: el Salzburgo de Austria.
Ahora, aunque los papeles cambiaron, la institución alemana sigue nutriéndose de su par austriaco, sumando 21 transferencias entre ambos clubes en los últimos 10 años, con fichajes por montos bajos y otras veces sobrepagadas, según el momento y necesidad que tuviese el grupo en ese momento.
Red Bull también tiene dos equipos en América, el reconocido cuadro de New York, y el más joven, Bragantino, una muestra de que hasta América puede llegar el ‘coletazo’ del fenómeno de la multipropiedad.
El Bragantino de Brasil fue adquirido en 2019 en serie B, y ya llegó a una final de Copa Sudamericana en el 2021.
A pesar de los buenos resultados, cabe recordar que los clubes responden a los intereses de una cabeza jerárquica, y que, siendo un socio de menor nivel en la estructura de multipropiedad, sus intereses se defienden en medida de que no toquen los del club principal.
El Girona, equipo del City Group, tuvo una excepcional campaña en LaLiga, y tiene una gran base joven para construir su camino por años. Sin embargo, el club no va a ser reforzado para cumplir un buen papel el Champions, porque la idea no es ganar la Champions con ellos, sino con el equipo de Manchester. Tampoco se va a mantener una base que pueda soñar con el título internacional, que se pudiese llegar a dar, muy hipotéticamente en una de esas epopeyas locas que si pasan y siguen invitando a ver fútbol. Lo más probable es que Savio Moreira, mejor jugador de este sorprendente Girona, que está a préstamo desde el Troyes francés que también es del City Group, termine en Manchester, y no siga en España como indican los rumores de prensa. Y así se podría perfilar el panorama para los clubes pequeños si se sigue expandiendo el modelo de multipropiedad.
Entiéndalo con el caso de Kaoru Mitoma
En el 2021 el club inglés fichó al extremo por 3 millones de euros proveniente del Kawasaki Frontale. Debido a las exigentes normas que tiene el Reino Unido para dar permiso de trabajo a un extranjero, el club sabía desde un principio que no lo podía utilizar. El joven japonés no sumaba los puntos necesarios para el permiso. En consecuencia, el mismo día que fue firmado, se anunció su llegada al Union SG de Bélgica, club que también pertenece a Tony Bloom, dueño del Brighton. Su año en el país europeo y los llamados a Selección hicieron que Mitoma completara los puntos para conseguir su licencia en Inglaterra. Tras dos años en el equipo, Mitoma es la figura diferencial del Brighton, está tasado en 45 millones de euros y su rendimiento ayudó a la primera clasificación histórica del club a un torneo internacional.
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